Escritores, pintores, músicos… Fueron muchos los artistas occidentales que se aventuraron a partir del siglo XIX por este exotismo lejano, seducidos por la cultura tradicional del archipiélago polinesio. Una estética sofisticada y compleja caracteriza entonces las artes de las islas Marquesas, marcadas por la imposición de la figura humana (mata en lengua marquésica), y en particular los ojos muy grandes que decoran las esculturas y los tatuajes.

Aunque la cultura tradicional haya sufrido los asaltos de la historia al contacto con los Occidentales a finales del siglo XIX, ha logrado conservar sus principales códigos, con ingenio, para integrar y adaptar la mirada del exterior. El profundo mestizaje que se desprende, particularmente visible en la artesanía comercial fecunda en este periodo, ha permitido sobrevivir a las artes de las Marquesas. Una proeza que ha permitido el mantenimiento de la cultura tradicional, pero también la renovación actual de los festivales de danza, de artes tradicionales y la resurgencia del tatuaje.